Los refugios en Colombia se preparan para recibir un mayor número de migrantes empobrecidos que llegan a pie, luego de que Venezuela reabrió su frontera con su vecino, muchos de ellos serán niños que necesitan comida, atención médica y la oportunidad de volver a jugar, dijeron trabajadores humanitarios.
El gobierno izquierdista del presidente venezolano Nicolás Maduro dijo este mes que estaba reabriendo su lado de la frontera de 2.219 kilómetros con Colombia, que se cerró en 2019 por la tensión política.
El Gobierno de derecha de Colombia reabrió su lado de la frontera en junio tras mantenerla cerrada durante 14 meses durante la pandemia de coronavirus.
Un reportero de Reuters en la ciudad fronteriza venezolana de San Cristóbal vio el lunes a decenas de migrantes cruzar el puente internacional entre los dos países a pie.
Colombia se convirtió en el principal destino para las personas que huyen del colapso económico y social de Venezuela, con alrededor de 1,8 millones de migrantes que ahora viven en el país.
Muchos migrantes viajan a pie a destinos en Colombia o más lejos, mientras cargan pesadas maletas y cuidan a sus hijos, que representan más del 35% de los caminantes vistos por el Comité Internacional de Rescate (IRC) entre junio y septiembre.
“Sin duda esta reapertura va a aumentar el flujo migratorio y eso implicará si llegan más personas caminantes por supuesto”, dijo a Reuters la gerente de campo del IRC en Cundinamarca, Juanita Bedoya, en un centro para migrantes en las afueras de Soacha, cerca de la capital Bogotá.
Los migrantes que caminan, especialmente los niños, son vulnerables al hambre, la deshidratación y la violencia, así como al costo emocional de problemas como la discriminación, agregó Bedoya.
El IRC ejecuta su proyecto Jugar Para Soñar en cuatro de estos centros a lo largo de la ruta de los migrantes, donde los niños pueden jugar y hacer manualidades, al tiempo que les ofrece atención médica y sicológica junto con sus familias.
El trabajador de la construcción Bianggi Villarroel, de 41 años, viaja con su esposa y sus tres hijos pequeños a la ciudad de Popayán, en el sur de Colombia, donde tienen familia.
“Ha sido bueno porque hemos tenido orientaciones”, dijo sobre el centro, y contó que hablaron con médicos y un sicólogo.
El IRC proporciona a los niños libros, lápices de colores y otros materiales en los cuatro centros, empacados dentro de mochilas de colores brillantes que pueden llevar consigo para usar con sus padres y cuidadores.
La esposa de Villarroel, Luisandri Díaz, y sus hijos hicieron máscaras de animales y las decoraron con crayones y pinturas para los dedos.
“Me gusta el pajarito”, dijo Luismar, de ocho años, mostrando su máscara.
Casi 130.000 niños venezolanos menores de cuatro años vivían en Colombia hasta el año pasado, según las autoridades de migración.
Los migrantes que lleguen antes del 31 de enero de este año son elegibles para solicitar una visa especial de 10 años. Más de 1,3 millones lo han hecho y unos 320.000 pronto obtendrán cédulas colombianas.
Emiliannys Ramos, de 20 años, cuya hija pequeña se encuentra en Venezuela con su madre, recibió un implante anticonceptivo en el centro, que la protegerá del embarazo durante cinco años.
“Un hijo es una bendición de Dios, pero es una responsabilidad muy fuerte”, dijo Emiliannys. “Hasta que uno no tenga estabilidad uno no puede tomar responsabilidad con otra persona, entonces esto nos ayuda”.
(Reporte de Oliver Griffin, reporte adicional de Anggy Polanco en San Cristobal, traducido por Nelson Bocanegra; Editado por Javier López de Lérida)Nuestro objetivo es crear un lugar seguro y atractivo para que los usuarios se conecten en relación con sus intereses. Para mejorar la experiencia de nuestra comunidad, suspenderemos temporalmente los comentarios en los artículos.
Por Oliver Griffin
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