Primer objetivo cumplido. La holandesa Sifan Hassan conquistó en 5.000 metros la primera medalla de oro de las tres que persigue en los Juegos Olímpicos de Tokio en una jornada lluviosa que truncó la racha de nueve títulos consecutivos de Kenia en los 3.000 m obstáculos.
Hassan imprimió un cambio ganador en la última vuelta que le permitió cruzar la meta con 15 metros de ventaja sobre la keniana Hellen Obiri. Venció con 14:36.79, seguida de Obiri (14:38.36) y de la primera etíope, Gudaf Tsegay (14:38.87).
Después de ganar los títulos mundiales de 1.500 y 10.000 hace dos años en Doha, la neerlandesa elevó un grado más su ambición. Quiere conseguir en Tokio un triplete olímpico inédito, aunque para ello tenga que hacer seis carreras en nueve días.
La primera final, la de 5.000, se le complicó aún más porque sólo doce horas antes tuvo que correr las series de 1.500 y en la segunda sufrió una caída al toque de campana que la obligó a sostener un esprint de 400 metros para alcanzar al grupo y terminar venciendo.
Un gasto imprevisto que no pareció pasarle factura en la final de 5.000 frente a rivales de gran fuste como Obiri, Tsegay, Ejgayehu Taye, Senbere Teferi y Agnes Tirop que están entre las diez más rápidas de la historia.
Hassán marchó escondida en el grupo y sólo progresó cuando vio el 3 en el marcador de vueltas que faltan para quedarse en el corte de siete en el 800. Se puso al frente a 250 metros del final y su cambio sólo pudo seguirlo, a duras penas, Obiri, pero la holandesa voló en la recta en busca de su primer oro. Casi dos segundos después arribó Obiri, y Tsegay, que llegaba con la mejor marca mundial del año (14:13.32), terminó tercera.
Hassan tendrá ahora un día de descanso antes de correr, el 4 de agosto, las semifinales de 1.500.
CAMBIO DE CICLO EN 3.000 M OBSTÁCULOS
El marroquí Soufiane El Bakkali pasará a los anales del atletismo como el hombre que rompió la racha de títulos olímpicos de Kenia -nueve seguidos- en 3.000 m obstáculos con un esprint de 200 metros que le entregó el triunfo con un tiempo de 8:08.90 y un kilómetro final en 2:33.
El etíope Lamecha Girma consiguió la medalla de plata con 8:10.38 y Kenia, la superpotencia mundial que históricamente avasalló en la disciplina, tuvo que conformarse con el bronce de Benjamin Kigen (8:11.45).
Desde que el polaco Bronislaw Malonowski se proclamó campeón en Moscú’80, los nueve títulos de obstáculos habían tenido un solo destino: Kenia, siempre con atletas diferentes excepto dos victorias de Ezekiel Kemboi (Atenas 2004 y Londres 2012).
De hecho, desde México’68, en que obtuvo el primer título por medio de Amos Biwott, Kenia sólo había dejado escapar dos en la rama masculina de esta disciplina (Montreal’76 y Moscú’80), seguramente por la sencilla razón de que secundó un boicot internacional.
Al toque de campana Girma, Wale y El Bakkali se fueron por delante y el marroquí esperó al 200 para asestar el golpe, abriendo un hueco que le permitió celebrar su victoria a media recta.
ALLMAN CANTA EN DISCO BAJO LA LLUVIA
la estadounidense Valarie Allman consiguió la medalla de oro en disco con un lanzamiento de 68,98 metros ejecutado en su primer intento, antes de que la lluvia interrumpiera la final olímpica durante más de una hora.
La lluvia, el peor enemigo de las lanzadoras de disco, dificultó sobremanera el trabajo de las finalistas. La portuguesa Liliana Ça rodó por el suelo del círculo en uno de sus intentos.
La campeona norteamericana ya había sido la mejor en la ronda clasificatoria con 66,42 y es una de las dos que este año han roto el muro de los 70 metros. La otra, la holandesa Jorinde Van Klinken, no había pasado a la final.
Allman ya no mejoró sus prestaciones después de la interrupción. Sólo hizo otros dos tiros válidos, pero su primera marca le bastó para imponerse a la alemana Kristin Pudenz, que hizo récord personal con 68,86, y a la cubana Yaimé Pérez, campeona mundial, que lanzó 65,72 metros.
Después de vencer en Londres 2012 y Río 2016, la croata Sandra Perkovic aspiraba en Tokio 2020 a convertirse en la primera mujer con tres oros olímpicos en una sola disciplina, un objetivo que no alcanzaron ni la velocista jamaicana Shelly-Ann Fraser-Pryce en los 100 metros ni la neozelandesa Valery Adams en el peso. Las dos salieron subcampeonas.
Tampoco ella lo consiguió. Bien al contrario, ni siquiera subió al podio, relegada al cuarto puesto con una marca de 65,01. Doble campeona olímpica y mundial y pentacampeona europea, la croata defendía su hegemonía con 31 años, resuelta a ganarse el derecho a ser considerada la mejor lanzadora de disco de la historia.
José Antonio Diego
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