“¡Un aplauso a todos los abuelos!”, pidió el papa Francisco

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Luego de celebrar la Liturgia con motivo de la Primera Jornada Mundial de los abuelos y de los Mayores, el papa Francisco en su exhortación antes de rezar el Ángelus en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, pidió “¡Un aplauso a todos los abuelos, a todos! Abuelos y nietos, jóvenes y viejos juntos han manifestado uno de los rostros bellos de la Iglesia y han mostrado la alianza entre generaciones. Invito a celebrar esta Jornada en todas las comunidades y a visitar a los abuelos y a los ancianos, a los que están más solos, para entregarles mi mensaje, inspirado en la promesa de Jesús: “Yo estoy contigo todos los días”.

En la Primera Jornada Mundial de los Abuelos y los Ancianos, que se celebró por iniciativa del Papa Francisco este domingo 25 de julio, abuelos y ancianos de distintas partes del mundo expresaron su felicidad por encontrarse en esta etapa de la vida, en la que se convierten en custodios y transmisores de la fe. El Papa quiere que se celebre en todo el mundo el Don de la vejez, pues ellos son un modelo a seguir para las nuevas generaciones.

En la Santa Misa el Pontífice invitó a preguntarnos “¿Cuándo fue la última vez que hicimos compañía o llamamos por teléfono a un anciano para manifestarle nuestra cercanía y dejarnos bendecir por sus palabras?” Y agregó: “Sufro cuando veo una sociedad que corre, atareada e indiferente, afanada en tantas cosas e incapaz de detenerse para dirigir una mirada, un saludo, una caricia. Tengo miedo de una sociedad en la que todos somos una multitud anónima e incapaces de levantar la mirada y reconocernos. Los abuelos, que han alimentado nuestra vida, hoy tienen hambre de nosotros, de nuestra atención, de nuestra ternura, de sentirnos cerca. Alcemos la mirada hacia ellos, como Jesús hace con nosotros”

El verdadero milagro es el compartir

El siguiente es el texto de su alocución minutos antes del rezo del Ángelus:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la Liturgia de este domingo narra el célebre episodio de la multiplicación de los panes y los peces, con los que Jesús sacia el hambre de cerca de cinco mil personas que se habían congregado para escucharlo (cf. Jn 6,1-15). Es interesante ver cómo ocurre este prodigio: Jesús no crea los panes y los peces de la nada, no, sino que obra a partir de lo que le traen los discípulos. Dice uno de ellos: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es esto para tantos?» (v. 9). Es poco, no es nada, pero le basta a Jesús.

Tratemos ahora de ponernos en el lugar de ese muchacho. Los discípulos le piden que comparta todo lo que tiene para comer. Parece una propuesta sin sentido, es más, injusta. ¿Por qué privar a una persona, sobre todo a un muchacho, de lo que ha traído de casa y tiene derecho a quedárselo para sí? ¿Por qué quitarle a uno lo que en cualquier caso no es suficiente para saciar a todos? Humanamente es ilógico. Pero no para Dios. De hecho, gracias a ese pequeño don gratuito y, por tanto, heroico, Jesús puede saciar a todos. Es una gran lección para nosotros. Nos dice que el Señor puede hacer mucho con lo poco que ponemos a su disposición. Sería bueno preguntarnos todos los días: “¿Qué le llevo hoy a Jesús?”. Él puede hacer mucho con una oración nuestra, con un gesto nuestro de caridad hacia los demás, incluso con nuestra miseria entregada a su misericordia. Nuestras pequeñeces a Jesús, y Él hace milagros. A Dios le encanta actuar así: hace grandes cosas a partir de las pequeñas, de las gratuitas.

Todos los grandes protagonistas de la Biblia, desde Abrahán hasta María y el muchacho de hoy, muestran esta lógica de la pequeñez y del don. La lógica del don es muy diferente de la nuestra. Nosotros tratamos de acumular y aumentar lo que tenemos; Jesús, en cambio, pide dar, disminuir. Nos encanta añadir, nos gustan las adiciones; a Jesús le gustan las sustracciones, quitar algo para dárselo a los demás. Queremos multiplicar para nosotros; Jesús aprecia cuando dividimos con los demás, cuando compartimos. Es curioso que en los relatos de la multiplicación de los panes presentes en los Evangelios no aparezca nunca el verbo “multiplicar”. Es más, los verbos utilizados son de signo opuesto: “partir”, “dar”, “distribuir” (cf. v. 11; Mt 14,19; Mc 6,41; Lc 9,16). Pero no se usa el verbo “multiplicar”. El verdadero milagro, dice Jesús, no es la multiplicación que produce orgullo y poder, sino la división, el compartir, que aumenta el amor y permite que Dios haga prodigios. Probemos a compartir más, probemos a seguir este camino que nos enseña Jesús.

Tampoco hoy la multiplicación de los bienes resuelve los problemas sin una justa distribución. Me viene a la mente la tragedia del hambre, que afecta especialmente a los niños. Se ha calculado —oficialmente— que alrededor de siete mil niños menores de cinco años mueren a diario en el mundo por motivos de desnutrición, porque carecen de lo necesario para vivir. Ante escándalos como estos, Jesús nos dirige también a nosotros una invitación, una invitación similar a la que probablemente recibió el muchacho del Evangelio, que no tiene nombre y en el que todos podemos vernos: “Ánimo, da lo poco que tienes, tus talentos y tus bienes, ponlos a disposición de Jesús y de los hermanos. No temas, nada se perderá, porque, si compartes, Dios multiplica. Echa fuera la falsa modestia de sentirte inadecuado, ten confianza. Cree en el amor, cree en el poder del servicio, cree en el poder de la gratuidad”.

Que la Virgen María, que dijo “sí” a la inaudita propuesta de Dios, nos ayude a abrir nuestros corazones a las invitaciones de Dios y a las necesidades de los demás.

Después del Ángelus

Acabamos de celebrar la Liturgia con motivo de la Primera Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. ¡Un aplauso a todos los abuelos, a todos! Abuelos y nietos, jóvenes y viejos juntos han manifestado uno de los rostros bellos de la Iglesia y han mostrado la alianza entre generaciones. Invito a celebrar esta Jornada en todas las comunidades y a visitar a los abuelos y a los ancianos, a los que están más solos, para entregarles mi mensaje, inspirado en la promesa de Jesús: “Yo estoy contigo todos los días”. Le pido al Señor que esta fiesta nos ayude a los más entrados en años a responder a su llamamiento en esta etapa de la vida, y muestre a la sociedad el valor de la presencia de los abuelos y los ancianos, especialmente en esta cultura del descarte. Los abuelos necesitan a los jóvenes y los jóvenes necesitan a los abuelos: ¡tienen que hablar, tienen que encontrarse! Los abuelos tienen la savia de la historia que sube y da fuerza al árbol que crece. Me viene a la mente —creo que ya lo he citado— este pasaje de un poeta: “lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado”. Sin diálogo entre jóvenes y abuelos, la historia no sigue, la vida no sigue: hay que retomar esto, es un desafío para nuestra cultura. Los abuelos tienen derecho a soñar mirando a los jóvenes, y los jóvenes tienen derecho al coraje de la profecía tomando la savia de sus abuelos. Por favor, haced esto: encontrar abuelos y jóvenes y hablar, dialogar. Y hará felices a todos.

En los últimos días, lluvias torrenciales han azotado la ciudad de Zhengzhou y la provincia de Henan, en China, provocando devastadoras inundaciones. Rezo por las víctimas y sus familias, y expreso mi cercanía y solidaridad a todos los que sufren esta calamidad.

El pasado viernes se inauguraron en Tokio los 32 Juegos Olímpicos. Que, en esta época de pandemia, los Juegos sean un signo de esperanza, un signo de hermandad universal conforme a un sano agonismo. ¡Dios bendiga a los organizadores, a los atletas y a todos los que colaboran en esta gran fiesta del deporte!

Os saludo cordialmente a todos vosotros, romanos y peregrinos. En particular, saludo al grupo de abuelos de Rovigo —¡gracias por venir! —; a los jóvenes de Albinea que recorrieron la Vía Francígena desde Emilia a Roma; y a los participantes en el “Rally di Roma Capitale”. Saludo también a la comunidad del Cenáculo. Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto! ¡Felicitaciones por la aprobación definitiva, muchachos de la Inmaculada!

Avanza proceso de beatificación del Siervo de Dios Rafael García Herreros

Con alegría, la Comunidad de los Padres Eudistas recibió el anuncio hecho por la Congregación para la Causa de los Santos, donde se reconoce la validez jurídica de la fase diocesana, para la causa de beatificación del siervo de Dios Rafael García Herreros Unda.

El padre Camilo Bernal, Provincial de esta Comunidad, indicó que la notificación fue hecha mediante un decreto firmado por el cardenal Marcello Semeraro y el arzobispo Fabio Fabene, prefecto y secretario de la Congregación de este Dicasterio.

“El Minuto de Dios conserva la memoria de lo que realizó y enseñó el padre Rafael García Herreros y agradece al Señor el proceso para que, un día, el Siervo de Dios sea oficialmente propuesto por la Iglesia, a los creyentes y a las personas de buena voluntad, como modelo de santidad”.

Pasos a seguir en la causa

El religioso explicó que, luego de este paso la postuladora de la Causa del Siervo de Dios, Rafael García Herreros, doctora Silvia Correale, solicitará a dicha Congregación el nombramiento del relator, dando lugar al inicio de la redacción de la “positio”, documento que será preparado conjuntamente por la postuladora y los sacerdotes Eudistas, Congregación a la cual perteneció el religioso Rafael García Herreros.

Igualmente, indicó que se debe promover la dimensión pastoral de la Causa: “que el pueblo de Dios conozca la vida y obra del Siervo de Dios Rafael García Herreros y suplique, por su intercesión, que Dios conceda la gracia de un milagro que apoye su beatificación”.

El proceso que busca declarar santo a García Herreros comenzó en 2013, cuando se dio apertura a la llamada “fase diocesana” de la causa, la cual terminó en 2018. Ahora el proceso está en la “fase romana”, que se desarrolla desde la Santa Sede.

Agradecimientos por los avances de la Causa

El Superior Provincial, expresó su agradecimiento por el apoyo permanente recibido por parte de los obispos de Colombia, de manera particular a monseñor Francisco Antonio Nieto, obispo de Engativá; al Superior General de los Eudistas, padre Jean Michel Amouriaux; al Embajador de Colombia ante la Santa Sede, doctor Jorge Mario Eastman Robledo; a la doctora Silvia Correale, doctora en derecho canónico; y al padre Iván Díaz, eudista, quienes han estado al frente del proceso de postulación de esta causa.

Quién fue el padre García Herreros

Fue un sacerdote Eudista perteneciente a la Congregación de Jesús y María. Reconocido por ser el fundador del Minuto de Dios, organización de la que estuvo al frente desde 1955; durante 37 años hizo presencia en el espacio televisivo del mismo nombre. También impulsó diferentes obras sociales como la construcción de un barrio popular en Cali, el barrio El Minuto de Dios, en el noroccidente de Bogotá o el llamado Banquete del Millón, el cual se realiza anualmente desde 1961.

El Pùlpito. Por Guillermo Romero Salamanca