Llega la temporada de vacaciones y con ella una de las preguntas más comunes (y complejas) para madres, padres y cuidadores:
¿qué hacer con los niños durante tantos días en casa?
¿Cómo ofrecerles tiempo de calidad cuando el trabajo sigue, el clima no ayuda y la ciudad ofrece planes cada vez menos diferentes entre sí?
La realidad es que, aunque queremos lo mejor para nuestros hijos, muchas veces la rutina nos impide encontrar espacios distintos, sanos y enriquecedores. Por eso, las vacaciones son una oportunidad de oro: no solo para descansar, sino para reconectar, compartir y generar experiencias que sumen al desarrollo emocional, físico y cognitivo de los más pequeños.
En ese contexto, tomar decisiones conscientes sobre cómo y con quién pasan el tiempo nuestros hijos es esencial. Bogotá, con sus días impredecibles de lluvia y frío, no siempre lo pone fácil, pero la ciudad cuenta con espacios que invitan a dejar el sofá y las pantallas por un rato.
Uno de ellos es un parque de trampolines cubierto donde el salto libre y la diversión en familia se convierten en una forma de expresión y movimiento: allí, el cuerpo se activa, las emociones se liberan y la risa se vuelve protagonista. Se trata de Sky Zone, un lugar que —más allá del juego— propone una manera distinta de conectarse con los hijos, compartiendo momentos reales de presencia y alegría.
Y entonces aparece la pregunta:
¿Por qué elegir saltar como el mejor plan en vacaciones para compartir con tus hijos, amigos o pareja?
· Porque estimula el desarrollo motriz y cognitivo
· Porque fortalece el vínculo entre padres e hijos
· Porque fomenta el trabajo en equipo y la empatía
· Porque aleja a los niños del sedentarismo y las pantallas
· Porque regala momentos de risa, conexión y aprendizaje
Y ahora, además… ¡trae sorpresa con los Jumpers!, personajes coleccionables que acompañarán a los niños mes a mes en sus aventuras, y que brillan en la oscuridad para encender la emoción en las fiestas de salto Glow.
El lanzamiento de estos nuevos compañeros coincide con el inicio de vacaciones, y será una excusa más para volver al juego real, al contacto humano y a la magia de estar juntos sin distracciones.
“Un niño que salta, ríe y juega con sus padres, es un niño que se siente amado, seguro y feliz. El tiempo que compartimos con ellos no solo construye recuerdos, también fortalece su salud emocional, su autoestima y su manera de ver el mundo”, asegura Ítalo Alexander Mullo, gerente de Sky Zone Colombia, sede Bogotá.
La cifra no es menor ni aislada:
la Organización Mundial de la Salud estima que más del 13% de los adolescentes en el mundo —es decir, 1 de cada 7— enfrenta actualmente un trastorno de salud mental, siendo la depresión, la ansiedad y los trastornos conductuales los más frecuentes.
Además, advierte que el 80% de los jóvenes entre 11 y 17 años no realiza suficiente actividad física diaria, lo que impacta directamente en su bienestar integral. El sedentarismo, sumado al exceso de exposición a pantallas y la disminución del juego activo, contribuye a problemas como el aislamiento, la irritabilidad y la falta de regulación emocional.
Unicef también ha señalado que el juego no es un lujo, sino un derecho que estimula habilidades cognitivas, sociales y emocionales clave, y que los niños que comparten actividades lúdicas con sus cuidadores tienden a desarrollar mayor autoestima, empatía y estabilidad emocional.
Así, garantizar espacios seguros para el movimiento, el juego libre y el vínculo afectivo no solo previene riesgos, sino que también promueve el bienestar a largo plazo.
“Estamos viendo cómo las nuevas generaciones, pese a estar más conectadas digitalmente, se sienten cada vez más solas, ansiosas y desconectadas de sus emociones. El movimiento —sobre todo cuando es compartido— se convierte en una herramienta poderosa para contrarrestar esa soledad silenciosa que muchos niños y adolescentes están viviendo.
Saltar, jugar, reír juntos, permite abrir espacios de conexión auténtica, donde padres e hijos pueden verse, escucharse y sentirse. No se trata solo de actividad física, sino de construir puentes emocionales en una época donde el ruido digital muchas veces apaga lo esencial”, resalta Mullo
Así que esta vez, antes de pensar en otra semana de televisión, tablets o celulares, vale la pena hacerse una pregunta más profunda: sí, trabajamos para ellos, pero ¿cuánto tiempo real les estamos ofreciendo?
Y si lo que se busca es repetir la experiencia una y otra vez, existe una alternativa pensada para vivir el juego como hábito y no como excepción: una membresía familiar de verano Summer Memberships que permite acceso continuo a estas experiencias, convirtiendo a cada familia en protagonista de su propia aventura.
Porque cuando se trata de los hijos, el mejor regalo siempre será nuestro tiempo.