Por Amylkar D. Acosta Medina [1]
Contrariamente a lo planteado por la Unidad de Planeación minero-energética (UPME), la demanda de energía en Colombia no está creciendo dentro de un rango “estable” sino por fuera de él.
Recordemos que durante el fenómeno de El Niño 2015 – 2016 se registraron incrementos interanuales de hasta 8.3% (febrero/2016), posteriormente, en febrero de 2020, durante la sequía que se presentó, el aumento fue de 8.7%, en abril de 2021 el 15.5% (¡!). Y más recientemente, durante el lapso de El Niño de 2024 el crecimiento de la demanda osciló entre el 7% y el 9.3%.
Es más, durante el período neutral que caracterizó noviembre de 2025 se observó un aumento interanual del 7% (¡!). Registros todos muy superiores a dicho rango, el cual, como diría el premio Nobel de la Literatura, el mexicano Octavio Paz, está a las afueras de la realidad.
Este descache de la UPME la llevó a que si bien su proyección publicada para el 2022 en 8 de los 11 meses (enero a noviembre) el comportamiento de la demanda real se situó en un nivel “medio” del rango previsto, en cambio con los ajustes de su proyección dado a conocer en julio de 2025, en 7 de esos mismos 11 meses la demanda real superó con creces hasta el escenario más alto. Como si lo anterior fuera poco, entre 2024 y 2025, durante 118 días la demanda real rebasó el máximo previsto por la UPME, superando los 239 GWHD.
Como punto de referencia es importante destacar que en su Informe oficial, en el cual se dio cuenta de la proyección de la UPME para el período 2023 – 2037, dado a conocer en diciembre de 2023, estimaba que la demanda de energía durante 2024 y 2025 estaría en la horquilla 199 – 239 GWHD. No obstante, en la práctica, durante un largo trecho superó el límite superior. Y más concretamente, en las horas pico (7 A. M y 9 P.M) la demanda ha venido creciendo a un ritmo que duplica lo proyectado por la UPME. Se impone, entonces, la necesidad de que esta revise sus proyecciones y calibre mejor sus cifras para evitar sorpresas desagradables hacia el futuro.
Huelga decir que la capacidad instalada de generación y de transmisión debe estar en capacidad de satisfacer la demanda en horas pico. En conclusión, mientras la UPME persiste en una proyección de la demanda conservadora, alrededor de 2.3% anual, para XM, que es la empresa que opera el Sistema interconectado nacional (SIN), con base en sus registros, alerta sobre un crecimiento de la demanda que supera el doble de la misma, bordeando el 5% anual!
No se puede perder de vista que, según la agencia Internacional de Energía, hacia el futuro la demanda de electricidad en Colombia, para poder cumplir con su compromiso de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 51% hacia el año 2030, para lo cual deberá propender por la electrificación de la economía, el aumento de la demanda de energía superará el 5%. Tanto más, en cuanto que la Inteligencia artificial y la proliferación de los centros de datos por doquier está determinando un crecimiento exponencial del consumo de energía en el mundo y Colombia no es la excepción.
En este contexto, mueve a la preocupación la estrechez de la Oferta de energía firme (OEF), la cual no da abasto con la demanda efectiva de la misma. Según Informe oficial de XM publicado en julio de este año, utilizando las proyecciones de la UPME, se está presentando un faltante de 3.5% de OEF. Para entender lo delicado de este stress del SIN es importante precisar que a la hora de establecer el balance entre la oferta y la demanda no basta con saber con cuántas plantas de generación se dispone sino con la energía firme para el Cargo por confiabilidad (ENFICC), con la que se puede contar en condiciones de hidrología crítica, mantenimientos programados de las mismas o posibles fallas técnicas o contingencias que se puedan presentar. En este sentido es menester tener en consideración que la OEF está en función de las respectivas tecnologías y el factor de planta, así la generación hídrica depende del nivel de los embalses, la solar y la eólica de la radiación solar y la velocidad del viento, respectivamente, al tiempo que las térmicas deben contar con el combustible para operar.
Es de anotar que tal estrechez obedece al atraso ostensible en la ejecución de los proyectos tanto de generación como de transmisión. Según XM entre 2021 y 2024 la entrada de proyectos de generación fue de sólo el 21%, estamos hablando den 3.500 MW de capacidad. De allí la exhortación de la Presidenta de ACOLGEN Natalia Gutiérrez: “esto nos deja sin márgenes para afrontar eventualidades. Por eso le pedimos al Gobierno Nacional que camine de la mano de los gremios y las empresas, de manera que, tanto la política pública como la regulación se orienten a la solución de cuellos de botella, a la atracción de nuevas inversiones y a construir confianza”.
Es de anotar que las inversiones requeridas para responder al ritmo de crecimiento de la demanda de energía está entre los $10 y los $12 billones anuales. Por ello, preocupa sobremanera que, según Climatescope 2024 de Bloomberg, Colombia cayó 10 puestos en su capacidad de atraer inversión en Transición energética entre 2022 y 2024. Y ello se atribuye en gran medida a la pérdida de la confianza inversionista y a la falta de seguridad jurídica.
Riohacha. Diciembre 19 de 2025
www.amylkaracosta.net
[1] Miembro de Número de la ACCE



