¡VIVIR PARA CONTARLA!

“La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla” Gabriel García Márquez
Primero que todo, permítanme expresarles en mi propio nombre, en el de mi familia, que nos acompaña una muestra representativa de ella, en especial mi esposa Nydia y mis hijos Camilo Ernesto y Juan David, así como en el de mi Departamento La Guajira y del pueblo que me vio nacer, el Corregimiento de Monguí (Distrito de Riohacha), nuestros agradecimientos al Concejo en pleno del Distrito Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación de Medellín, en especial a los honorables concejales Miguel Iguarán y Luis Guillermo Vélez, mi condiscípulo, promotores de la iniciativa, por la deferencia que han tenido al hacerme objeto de este galardón, la Orden al mérito Juan del Corral Oro. Extensivo a cuantos nos acompañan en esta ocasión tan especial para mí.
Evocando la obra de nuestro laureado con el Premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez Vivir para contarla, me permitiré pergeñar e hilvanar unas palabras a propósito de lo que ha significado mi tránsito por Antioquia y mi paso por esta corporación, que fueron la grilla de partida de la larga y denodada carrera que emprendí raudo hace ya 50 años. Persuadido del aserto de Eugenio de Montejo he aprendido por los caminos y los meandros de la vida que el paso decisivo siempre me queda adelante, pues al decir de Nelson Mandela cuando uno escala una gran colina, se encuentra con que hay por delante muchas más colinas por escalar.
Empiezo por compartir dos anécdotas con ustedes, ambas con ocasión de mi posesión como Ministro de Minas y Energía. La primera tuvo lugar a raíz de la 1Ex concejal de Medellín (1974 – 1976) 2 llamada que recibí de parte del entonces Rector de la Universidad Externado de Colombia Juan Carlos Henao, a la que estoy vinculado como docente e investigador hace 26 años, para felicitarme y me dijo que era un orgullo para la Universidad que uno de sus docentes se desempeñara como Ministro, pero que lamentablemente no iba a poder seguir contando conmigo, a lo cual le riposté que si era que me iban a echar, respondiéndome que no, que él entendía que mi agenda como Ministro me impediría continuar como mi cátedra, a lo que repliqué que ello no era ningún inconveniente, que al día siguiente iría a la Universidad para cuadrar horario y así lo hicimos, proseguimos sin solución de continuidad.
Ni siquiera cuando me desempeñé como Presidente del Congreso de la República abandoné ni interrumpí el ejercicio de la docencia, el cual inicié hace 50 años, que se cumplen el próximo mes de septiembre, en la misma Facultad de economía de nuestra Alma Mater de la raza, la Universidad de Antioquia, de la cual egresé. Dicho sea de paso, una de las moralejas que me ha dejado este apostolado de la docencia es aquella según la cual lo que a uno le queda mejor aprendido es aquello que enseña. La otra anécdota tuvo por protagonista al avezado y reconocido periodista paisa Darío Arismendi Posada. Recién asumí el Ministerio recibí su llamada desde los estudios de la cadena radial Caracol, en la que condujo durante tres décadas hasta el 2019 el programa noticioso 6 A.M Hoy por hoy.
Y, en medio de la entrevista que me hizo, siendo esta mi primera prueba de fuego, lo sorprendí cuando le dije al aire que yo había perdido la virginidad política en Antioquia. Me pidió, entonces, que le explicara, a lo cual le respondí, para su asombro, que yo había sido elegido (1974), a nombre de la Unión Nacional de Oposición (UNO), en momentos en los que militaba en la Juventud patriótica (MOIR), en mi primera juventud justo cuando estaba terminando mi carrera de economista.
En efecto, yo me inicié en la política como Concejal de Medellín (1974 – 1976), posteriormente fui elegido Concejal de Riohacha (1982 – 1984 y 1986 – 1988) y Diputado de la Asamblea departamental de La Guajira (1986 – 1988), hasta escalar al Senado (1991 – 1994, 1994 – 1998 y 1998 – 2002) y presidir el Congreso de la República (1997 – 1998). A nuestra promoción le cupo en suerte conmemorar el Tricentenario de la Fundación de esta bella Villa, la tacita de plata, la capital de la montaña, apelativos estos de los cuales ha sido objeto Medellín, ahora a ustedes, quienes integran el actual Concejo les ha tocado celebrar los 350 años! Recuerdo muy bien el eslogan de mi campaña en Antioquia, como propaganda política pagada en El Colombiano, durante mis aspiraciones al Senado: hecho en Medellín para Colombia.

Y no me faltaba razón, porque aquí me formé y me forjé, desde bachiller del Instituto Colombiano de Educación, regentado por el ilustre y 3 prestigioso filólogo, historiador y sobre todo Gran educador, considerado como uno de los diez paisas del siglo XX, Don Nicolás Gaviria. Además, contraje matrimonio aquí y mis hijos nacieron también en Medellín. Es más, en reconocimiento a nuestra antioqueñidad, mi esposa y yo recibimos la Orden del Zurriago, galardón este simbólico de la misma.
Pero, lo que a oídos de Darío Arismendi sonaba como algo extraño, como una rareza, no lo era tanto, pues simplemente de estaba repitiendo la historia, que tiene como antecedente más remoto la figura de otro guajiro, Luis Antonio, El Negro Robles, el segundo negro, después del prócer, también guajiro, Almirante José Prudencio Padilla, en ocupar una curul en el Congreso de la República. En efecto, fue elegido en dos períodos, el primero por el Estado soberano del Magdalena grande y la segunda vez por el Estado soberano de Antioquia. Su candidatura fue lanzada en el Parque de Berrío, nada menos que por el renombrado escritor y poeta antioqueño Antonio José, Ñito, Restrepo Esta vez, de la mano del General antioqueño Rafael Uribe Uribe, de quien fue su gran compañero. Como testimonio de su amistad reposan en el museo de Antioquia el cruce de cartas entre ellos. Y, más recientemente, fue elegido Concejal de Medellin, Miguel Iguarán Osorio (2024 – 2027), quien, aunque nació en Medellín, es hijo de un guajiro, mi amigo Rafael y una paisa, Amparo, quienes también fueron nuestros condiscípulos en la Universidad de Antioquia.
En un inolvidable discurso, recogido por el historiador Tucídides, Pericles definió las cuatro cualidades que, a su juicio, debía poseer el buen gobernante: primero, tener ideas sobre lo que conviene hacer, segundo, saber explicarlas con claridad para convencer, tercero, ser amante de la ciudad y cuarto, no aceptar sobornos. Lo argumentó de una forma que mantiene plena vigencia: “el que sabe y no lo explica con claridad es igual que si no lo hubiera pensado; el que tiene ambas cosas pero no ama la ciudad, no mira por el bien de la comunidad y si se doblega al dinero, todo se pierde por esa sola razón”.
Este mensaje debe servirnos de paradigma a quienes tenemos posiciones de liderazgo, particularmente desde el Estado, en cualquiera de sus ramas. Mi experiencia personal me ha llevado a dos conclusiones: la primera, que cuando se combina la Academia con la Política, con mayúscula, gana la Academia y gana la Política y la segunda, que se puede ser político y tan honrado como probo a la vez. Después de más de tres décadas como servidor público, que es lo más parecido a un palo de mango en el patio de un colegio, en época de cosecha, a la hora del recreo, pues está expuesto al constante escrutinio de sus actos, así como a las diatribas, consejas, calumnias y acusaciones temerarias, puedo decir que conservo mis manos libres y limpias y exento de cualquier anotación que empañe mi hoja de vida por 4 parte de los organismos de control.
Yo puedo repetir, sin titubear, mirándolos a los ojos, el juramento de los jóvenes de la antigua Atenas al momento de cumplir sus 16 años: “nunca traeremos vergüenza sobre nuestra ciudad mediante actos de deshonestidad o cobardía… De esta manera, lograremos una ciudad más grande y esplendorosa que la que hemos recibido”.

Finalmente, déjenme decirles que en estos momentos estamos atravesando momentos procelosos, angustiosos, de incertidumbre en el país, en los que la responsabilidad mayor de la dirigencia política, social, la academia y los medios de comunicación, todos a una, para recobrar y aclimatar la paz y defender los linderos de la democracia, en un país de excesivo centralismo, el cual es exacerbado por el avasallador presidencialismo, pues, merced a nuestra Constitución Política, el Presidente de la República es además Jefe de Estado, que no del Estado, que es diferente, Jefe de gobierno y Suprema autoridad administrativa, amén de la calidad de Primer magistrado de la Nación, que se ha dado por atribuirle.
Y lo que puede llegar a ser peor, si no nos avispamos, al paso que vamos, sin percatarnos de ello, podemos hacer tránsito del presidencialismo al absolutismo presidencial! Ante la amenaza que se cierne contra la democracia, la paz y las instituciones no cabe la indiferencia, la ciudadanía debe darse por notificada y entender que quien no participa activamente de la política la padece, pues como lo dijo Gabo “si no te metes con la política, la política termina metiéndose contigo”.
Como dijo Aldous Huxley, “los hechos no dejan de existir porque se ignoren”. No podemos comulgar con ruedas de molino y mucho menos ser indiferentes o apáticos a cuanto acontece en nuestro entorno, máxime cuando lo que está en juego es nuestro futuro y el legado que le dejaremos a las próximas generaciones de colombianos. Con estas palabras les quiero dejar un mensaje muy claro, fruto de la experiencia, que, con el convencimiento de que, como lo afirmó mi profesor, el Maestro Estanislao Zuleta, “quien cede en las palabras cede en las ideas” y que las ideas se deben confrontar con las ideas, para que al final prevalezca la fuerza del argumento sobre el argumento de la fuerza.
Sólo así nuestro país se podrá sobreponer a la violencia que la azuela y desconsuela. Tomemos aliento, respiremos profundo, para no dejarnos derrotar por el pesimismo y decir con el Quijote: no es posible que el mal y el bien sean durables y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca!
Palabras Amylkar D. Acosta Medina
Medellín, agosto 25 de 2025
www.amylkaracosta.net