Ni transición ni solución: el gas fósil retrasa la acción climática en América Latina

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The Climate Reality Project América Latina advierte que el gas fósil no es transición y en la región provoca contaminación, enfermedades y tragedias como la explosión en Ciudad de México.

Casos como Vaca Muerta en Argentina, el gasoducto Saguaro en México y la quema de gas en la Amazonía ecuatoriana muestran los impactos devastadores en comunidades y ecosistemas.

La ciencia respalda el llamado a frenar nuevos proyectos de gas fósil y a que América Latina apueste por energías renovables para cumplir el límite de 1,5 °C según lo que establece el Acuerdo de París.

América Latina continúa bajo la sombra del gas fósil. Desde México hasta la Patagonia, la explotación, el transporte y la quema de este combustible están dejando una huella devastadora con selvas arrasadas, mares contaminados y comunidades enteras enfermando.

Lo que alguna vez se vendió equivocadamente como un “combustible de transición”, hoy es una trampa mortal que acelera la crisis climática, amenaza la salud de millones y pone en riesgo los ecosistemas más valiosos y únicos del planeta.

En el marco de la Climate Week New York 2025, The Climate Reality Project América Latina advierte con urgencia que los proyectos de gas fósil no solo destruyen la naturaleza, sino que también dejan un saldo de enfermedades, contaminación y tragedias humanas que no podemos seguir normalizando. La evidencia no deja lugar a dudas: el gas fósil no es transición, es retraso.

Varios casos de la región nos muestran esto. En Vaca Muerta, Argentina, el fracking inunda ríos y suelos de residuos peligrosos; en Sonora, México, un gasoducto pone en riesgo la zona nombrada por oceanógrafo francés Jacques Cousteau  “El acuario del mundo”; en la Amazonía ecuatoriana, la quema de gas enferma comunidades, pese a que dos niñas ganaron una demanda histórica al gobierno por su derecho a la salud. Incluso este mismo mes, la explosión de una pipa de gas  en Iztapalapa, Ciudad de México, dejó decenas de muertos, heridos y vehículos calcinados. Tres países, cuatro tragedias, un mismo patrón: el gas fósil no es transición, es destrucción.

La idea de que el gas fósil es natural o limpio es greenwashing y un mito peligroso. La Agencia Internacional de Energía advierte que para lograr emisiones netas cero en 2050 no se pueden abrir nuevos proyectos. Pero en la última década, América Latina y el Caribe han destinado más de 950.000 km² a exploraciones de gas y petróleo, el equivalente a un territorio más grande que Venezuela, concentrándose casi la mitad en México y Brasil. Cada nuevo pozo, cada nueva tubería, es un golpe directo a la salud, la biodiversidad y el futuro del planeta.

El verdadero desafío de esta generación es no dejarse engañar por la etiqueta de “gas de transición”. Cada nuevo gasoducto, cada nueva planta de licuefacción, es una inversión que atrapa a la región en décadas más de contaminación, enfermedad y crisis climática. América Latina tiene el potencial renovable para liderar el cambio, pero necesita voluntad política y conciencia comunitaria.

La COP30, que se celebrará en Belém, será clave para aclarar el contenido del párrafo 29 del Balance Global del Acuerdo de París y dejar sentado que el gas fósil no puede considerarse un combustible de transición. La ciencia es clara, el metano, GEI que produce el gas fósil, es 80 veces más potente que el CO2 durante su liberación en los primeros años en la atmósfera, y cada nuevo proyecto de gas nos aleja del límite de 1,5 °C.

The Climate Reality Project América Latina hace un llamado urgente a los gobiernos de la región a detener toda nueva infraestructura de gas, invertir en energías renovables y garantizar una salida justa y equitativa de los combustibles fósiles. Casos como Uruguay, que ya produce el 98 % de su electricidad con fuentes limpias, demuestran que la transición es posible e imprescindible.

La pregunta que nos deja esta Climate Week New York es urgente: ¿Seguirá América Latina atrapada en el espejismo del gas fósil, o se atreverá a apostar por un futuro seguro, renovable y justo para todos?

Fuente: The Climate Reality Project América Latina