“No doblegarán a Colombia. Se lo aseguro”: general (r) Luis A. Moore

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En la madrugada del 9 de abril del 2007, minutos después de salir del Comando de Policía de Santiago de Cali, el general Luis Alberto Moore escuchó una explosión y lo único que atinó decirle a su conductor fue: “¿Qué pasó?”.

De inmediato, regresaron a la sede policial localizada en la carrera primera con calle 21 de la capital vallecaucana. Medio edificio estaba destruido, escuchaba los quejidos de los heridos y divisó despedazado el Renault 12 rojo con el cual los terroristas hicieron en atentado.

Preguntas van, respuestas vienen y le confirmaron lo que había presagiado: habían sido las FARC.

“¿A quién se le ocurre un acto de esta categoría?”, se preguntaba, mientras respondía preguntas de periodistas, curiosos, recibía informes y daba reportes a sus superiores.

Fue un día agotador para el general bogotano, hijo de un profesor de matemáticas y una abogada, que había dejado sus estudios de Medicina por incorporarse a la Policía.

Después de visitar a los heridos en los hospitales, calcular las pérdidas, atender a sus subalternos, hablar con el presidente de la república, Álvaro Uribe Vélez, con el ministro de la Defensa, Juan Manuel Santos, con el gobernador Angelino Garzón y con el alcalde Apolinar Salcedo pedía al cielo que nadie muriera. Desafortunadamente, don Antonio Palomino, un taxista que pasó justo por el lado del carro con explosivos, falleció horas después y el general saludó a la viuda que se encontraba en embarazo.

El general, el mismo hombre que piloteaba el helicóptero que dejó en la terraza a varios policías, cuando el M-19 se tomó a sangre y fuego el Palacio de Justicia y el mismo que logró valerosos rescates de heridos en la tragedia de Armero, se encontraba con muchas inquietudes ese 9 de abril del 2007.

Sonó su teléfono y escuchó unas palabras que le volvieron a la vida: “Los vallecaucanos no somos así. Santiago de Cali es una ciudad cívica y cultural que respeta los valores humanos y a las instituciones”. Era don Alfredo Carvajal Sinisterra, presidente de Carvajal, quien le daba una muestra de apoyo en aquellos momentos.

“Al otro día, miles de caleños, hombres, mujeres, niños, ancianos, vestidos de blanco, con flores en la mano, cantando, bailando, deportistas, músicos, empresarios y gente del común, con infinidad de mensajes en pancartas fueron hasta el Comando de la Policía para darle su voto de confianza a la institución. Eso no lo podré olvidar”.

Aunque ya no tiene desfiles ni ceremonias militares, camina erguido y de prisa, pero al ser interrumpido por el periodista al preguntarle sobre ¿cómo analiza la actual situación de Colombia?, responde tajantemente: “No doblegarán a Colombia. Se lo aseguro”.

“Pasamos por una situación lamentable. Después de vivir más de 50 años de violencia, en medio de una pandemia mundial, se desarrolla esta etapa, orquestada por muchas fuerzas que quieren desestabilizar la gobernabilidad de Colombia”, comentó.

“Es un secreto a voces, sabemos qué tipo de organizaciones están detrás de todo este problema. Lo de la Reforma Tributaria fue una excusa perfecta. Lo mismo sucedió en Chile y Ecuador. Pronto los colombianos se darán cuenta quiénes les hacen el juego sucio a estos personajes, utilizando las redes sociales, organizando “fake news”, manipulando informaciones y causando un gran dolor a nuestro país”, agregó.

–¿Se quedó sola la Policía?

–Para nada. Es la impresión que buscan desinformar, tratando de minar las fuerzas de la institución. Mostrando que la Policía es una entidad que viola los Derechos Humanos, cuando debe usar sus mecanismos de defensa, pero no hablan de cuando les arrojan químicos a los agentes, cuando los tratan de asesinar en una CAI, cuando les lanzan bombas Molotov, cuando les pegan puñaladas o cuando los asesinan como a los dos agentes de 20 y 21 años en Caquetá. Pero también se reciben miles de demostraciones de cariño por las acciones de la Policía.

–¿Por qué la gente desconfía de la Policía?

–La Policía es una institución de más de 150 mil hombres y mujeres en todo el país, desde la Guajira, Leticia, Chocó, Vichada, Puerto Carreño y así como hay agentes que cumplen a cabalidad sus funciones, así también puede haber quienes abusan, pero si hacemos un balance de las actividades de la institución en más de 100 años de servicio, saldrá más el lado positivo. En las redes sociales, muchas al servicio de quienes buscan desestabilizar la democracia, montan perfiles falsos, hacen producción de videos, engañan al público, no les dicen la verdad. El alto mando de la Policía atiende las quejas de la comunidad permanentemente y cuando hay fallas las analiza, las comenta y se buscan las soluciones para el bien de los ciudadanos.

–¿Cómo están los agentes en estos momentos?

–Hay una desesperanza, sentimientos encontrados, porque el trabajo que prestan hombres y mujeres es una vocación de servicio a la comunidad. Es lo que buscan los enemigos de la tranquilidad, quebrantarlos, verlos humillados, pero ellos siguen con la frente en alto, pensando en la patria. El agente de la Policía es un ser humano, que siente frío y calor, tiene familia, piensa, analiza, se enfrenta a las opiniones de sus casas donde les dicen que los quieren mucho y que se les caen las lágrimas al despedirse de sus hijos porque no saben si será la última vez que los vean.

Claro que sienten cuando ven cómo aniquilan a sus compañeros o cómo los queman como pasó en Pasto o cómo los intentan asesinar quemados dentro de un CAI. Duele como agente y duele como institución.

–¿Qué diferencia encuentra ahora en todos estos actos y los de su época?

–Cuando no se deja pasar una ambulancia y un bebé muere, cuando no permiten pasar un camión con oxígeno en medio de una pandemia, cuando llegan con un entrenamiento revolucionario para acabar con sedes bancarias, arrasar con supermercados, golpear a los periodistas, manipulan las redes sociales, hablan de Derechos Humanos y los violan permanentemente y aparecen causando, dolor y muerte, quiere decir que cumplen con el libreto de la deshumanización total.

–¿Qué se debe hacer en estos momentos?

–No justifico la violencia nunca, yo, Luis Alberto Moore, recibí una formación en la Escuela General Santander, en principio y consideración al ciudadano, formación que venía desde mi hogar, somos personas de valores, de principios y que sigamos en eso, que nos miremos a los ojos y nos entendamos mejor sin violencia. Colombia será siempre grande y por más que intenten dominarla, no lo lograrán y por más que busquen amilanar a la Policía, siempre habrá un agente que responderá por la ciudadanía y por el país.

Por Guillermo Romero Salamanca