La halterofilia ecuatoriana ha conquistado la gloria olímpica con una medalla de oro, otra de plata y un diploma, dos de ellos conseguidos por hermanas de una pequeña localidad amazónica que aspiran a llegar, en trío, a los Juegos de París con la más pequeña de su clan.
De unos 10.000 habitantes, la pequeña localidad de la provincia de Pastaza ha saltado a los titulares de mano de las hermanas Neisi Dajomes y Angie Palacios, que llevan apellidos distintos sólo por la urgencia de la primera, hace años, de conseguir un pasaporte para competir fuera del país mientras el padre se encontraba en el extranjero.
“¡Te queremos Neisi te queremos!”, “Mazazo olímpico”, “Viva Neisi”, repetían en Shell un grupo de vecinos tras conocer la medalla de oro que obtuvo el domingo en Tokio, la primera de una mujer ecuatoriana y la tercera del país tras las de 1996 en marcha de Jefferson Pérez y la de Richard Carapaz hace diez días en ciclismo.
EL SUEÑO DE TODO UN POBLADO
“Es un sueño forjado desde hace muchos años. Fue de aquí de donde salieron las primeras mujeres de levantamiento de pesas del país y ahora vemos los frutos (..) de ese sueño que tanto se anhelaba. Es una emoción indescriptible”, dijo a Efe un vecino que participaba en una concentración para festejar los últimos logros.
El éxito de Dajomes, de 23 años, se venía venir a raíz de la veintena de títulos nacionales e internacionales que había obtenido estos últimos años, pero también su hermana de 20, Angie, ha logrado posicionarse al frente de esta disciplina con un sexto puesto en Tokio.
“Haber obtenido el diploma olímpico fue muy bonito”, dice esta atleta a Efe al expresar su alegría porque “todo el esfuerzo y sacrificio” de estos años “ha valido la pena”.
Y confiesa que, más allá de la “experiencia muy hermosa” de los Juegos, en Tokio logró resultados mayores a los esperados, dada su corta edad.
Su objetivo medallístico lo tiene fijado para París 2024, a donde aspira a llegar en trío con su hermana Neisi y la menor de la familia, que ahora tiene 15.
“Quedan solo tres años para esta nueva competencia”, recuerda al imponerse ese “nuevo reto” como objetivo y asegurar que “peleará por el podio”.
Mientras, está a la espera del campeonato mundial en noviembre en Georgia y del inicio del ciclo olímpico el próximo año con los juegos bolivarianos y suramericanos.
PASIÓN FAMILIAR
La pasión por la halterofilia llegó a esta familia de mano de un hermano mayor fallecido en accidente en 2018, uno de los golpes más duros que han sufrido y al que se sumó, un año después, la muerte de su madre, soporte fundamental para ambas deportistas.
A ellos dedicó Dajomes su medalla durante la ceremonia de premiación el domingo, a los que llevó simbólicamente al podio escribiendo en una de sus manos “Mamá & hermano”, gesto registrado por los medios y que arrancó lágrimas a más de uno.
Angie recuerda que debieron esforzarse mucho para afrontar esas muertes y, a la par, avanzar en los entrenamientos: “Gracias a Dios salimos muy bien de eso y ahorita también se puede ver el esfuerzo y el sacrificio de todos estos años a pesar de las cosas que nos ha pasado”.
“LA FAMILIA SHELL”
“Lo que vemos (aquí) es a la ‘familia Shell’, a nuestros amigos, a los vecinos, a todos los que hicieron posible este sueño”, subrayó el vecino mientras a sus espaldas las celebraciones por el logro olímpico.
Un logro al que se sumó este lunes la también pesista ecuatoriana Tamara Salazar con la medalla de plata, y que muchos atribuyen en origen a veteranos como Gustavo Llerena, uno de los promotores de la halterofilia en Ecuador.
Leonor Castro, una nieta suya, destacó que para ella Dajomes es “una prima” más, “parte de la familia”, pese a que en agosto de 2020 ambas hermanas se trasladaron a Quito para poder entrenar en la Concentración Deportiva Pichincha.
“Verla en semejante escenario, haciendo una presentación tan pulcra (como la que le dio la medalla) fue algo que nos llenó de orgullo como familia, como shellnicos, como ecuatorianos”, asegura Castro a Efe.
Y es que este pequeño poblado, que lleva el nombre de la multinacional petrolera que hace décadas tenía operaciones en la zona, ve la medalla como un logro colectivo del impulso que la halterofilia femenina está teniendo en Ecuador.
De las cuatro contendientes enviadas a Tokio en esta disciplina, tan sólo la veterana Alexandra Escobar, de 40 años y que competía en 59 kg, ha regresado de vacío tras ser eliminada el viernes automáticamente al no tener ningún levantamiento válido.
Pero a la veterana esmeraldeña nadie le podrá arrebatar el histórico récord ecuatoriano de haber participado en cinco Juegos Olímpicos consecutivos.
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