La tasa de usura en Colombia para el mes de mayo de 2025 se fijó en 25,97% efectivo anual, según lo establecido por la Superintendencia Financiera
En Colombia, la tasa de usura se ideó como defensa del consumidor ante cobros excesivos. Se pensó para poner un tope a los intereses y evitar abusos. Pero resulta que esta misma ley podría estar generando problemas inesperados.
En ciertos sectores, sobre todo, en el mundo de los créditos no dados por bancos, la norma que pretendía ser una salvaguarda, ahora estaría dejando a un montón de personas sin poder acceder a préstamos.
Según datos de la Superintendencia Financiera, la tasa de usura en Colombia para el mes de mayo de 2025 se fijó en 25,97% efectivo anual. Este porcentaje representa el límite máximo de interés que pueden cobrar las entidades financieras por créditos de consumo.
Sin embargo de acuerdo con los cálculos de Anif, basados en la encuesta de endeudamiento en Colombia, en los medios de financiación no formales, las tasas son del 164,6% (en las llamadas cadenas), del 185,7% en los ‘proveedores’ y del 382,2% en el caso de los ‘gota a gota’. Estas cifras revelan el nivel de abuso al que se ven expuestos quienes no acceden al crédito formal.
‘’La falta de alternativas legales termina empujando a muchos hacia estas prácticas. Hoy, la tasa se calcula multiplicando por 1,5 la tasa promedio de lo que cobran los bancos por los créditos. Parece lógico, pero si los bancos bajan sus tasas, el techo legal también se reduce. Esto se da como consecuencia de que la tasa de usura no refleja el perfil de riesgo real de aquellos en necesidad de financiación. Y así, los que más necesitan acceso a financiación formal, son los primeros en quedarse sin ella’’, indicó Valentina Valencia Ceo Vaas
Es por esto que las fintech y entidades no bancarias, que trabajan con clientes más riesgosos, suelen financiarse en dólares con inversionistas extranjeros por falta de financiación local. Pero ese dinero viene con un precio: entre tasas de interés externas, coberturas cambiarias y retenciones, los costos pueden acercarse al 24% – 27%. Entonces, si la ley solo permite prestar al 20% o 25.97%, simplemente no hay manera de que las empresas puedan operar.
‘’Y es que en realidad el dinero que hay para prestar tampoco es gratis, y si la tasa de usura local se fija en 25.97%, el modelo deja de ser rentable para cualquier prestamista responsable. Porque quienes presten a tasas más bajas que su costo financiero tienen tres opciones posibles: o son empresarios muy poco inteligentes (por no decir otra cosa), o están lavando dinero (y ahí sí, suerte explicando eso ante los entes regulatorios), o deciden arriesgarse a terminar en la cárcel por cometer usura—un delito penal’’, anunció Ceo de Vaas
Paradójicamente, quienes más necesitan crédito terminan siendo los menos protegidos. Al poner un techo sin considerar los costos reales del riesgo, se expulsa a los perfiles más vulnerables del sistema formal, empujándolos hacia esquemas como el gota a gota, donde las tasas son más altas y las reglas, mucho más flexibles, pero menos justas. Hay ejemplos interesantes en otros países. En EE. UU. hay estados que permiten tasas altas para créditos rápidos, facilitando el acceso a los excluidos. Alemania adapta sus límites según el riesgo. Entienden que la flexibilidad, más que el control estricto, es lo que realmente protege.
Finalmente, Valencia propone que Colombia considere una tasa específica para entidades no bancarias, partiendo de una base realista que refleje sus altos costos de fondeo, y luego aplicar un multiplicador adecuado (como el actual 1,5). Esto es especialmente importante si se considera que, aunque existen excepciones como el crédito de bajo monto (que tiene su propia tasa de usura más alta), en la práctica muy pocos colombianos realmente tienen acceso a estos productos, quedando fuera del sistema financiero formal.